
Un año más partió la cofradía de la Virgen de la Peña de romería, no le falta gente a despedirlos en su salida ni auxilio de la autoridad para que todo suceda sin problemas.
Supongo que todo en ella ha ido como siempre, con los avatares que conocemos por la prensa y de los que al término nos cuentan de primera mano, pero miren ustedes por donde, este año, el 25, sucede por primera vez un acontecimiento nuevo, y es que desde la autoridad competente, y estando estos ya en trance, es decir, a falta de la última etapa, la subida, se presenta la Guardia Civil y les comunica que dada la carencia de seguros y no sé qué otros requisitos, que tienen que quedarse quietitos según reza el papel de la autoridad.
Resuelven como pueden, y llegan en coches a la Peña, y la Virgen en un remolque de automóvil, habiendo oído la misa abajo en El Maíllo.
Todo en orden, pues ellos acatan la autoridad y estos cumplen con su obligación haciendo cumplir la ley. Ahora bien, no puede haber desorden mayor que hacer esto a contrapié, es decir, dejar que partan auxiliados por los guardias, para luego enviarles a estos a que los romeros rompan filas –por cierto, vaya papelito para los guardias-. Si nada estaba en orden ni este año ni quizá los 25 anteriores, no hay por qué dejar que esta salga para cortarla en el momento más inoportuno, pues no hay peor cosa y más en política que hacer algo a destiempo, y más a destiempo que esto imposible.
Hasta aquí todo lo sucedido, pero dejemos correr la imaginación e imaginemos atreviéndose a la jugarreta a un gobierno de izquierdas… ¿qué hubieran dicho?
Ahora solo nos queda que aceptarlo como un desacierto o ¿hay que buscar manos negras o motivos ocultos y a cuenta de qué?
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