
Una fiesta que en principio es ajena a estas tierras, pues si el núcleo de amantes y aficionados al caballo es grande, no por eso deja de ser minoritario entre nosotros, pero desde su afición han conseguido que la fiesta que se celebra sea masiva. ¿Por qué? Quizá porque junto con las sevillanas atraen a todo un montón de gente, otro baile que también contiene en nuestra ciudad a un gran grupo de mujeres aunque es ajeno a nuestra tierra. El dúo, caballos y bailarinas, han conseguido hacer la fiesta masiva y gozosa para todo Ciudad Rodrigo, al cual, ya si le faltara esta, se sentiría como despojado de algo suyo.
¿Es sentido por los presentes lo que allí sucede fuera de los protagonistas? Pues no lo sé, aunque son muchos los que son ajenos a las maravillosas exhibiciones del caballo, y distraídos de los bailes en el escenario, aunque ya mucho menos de los cuerpos que envuelven esos vestidos de sevillanas que tanto hacen por la esbeltez de la mujer.
Se por lo que sea, lo cierto es que la afición de estos grupos ha conseguido hacer de su fiesta la fiesta de todos, y en estos días en que el ardor del verano se va, y con él también el de las personas, ella hace de prolongamiento gozoso antes de entrar en el largo túnel del invierno, y en unos días que que ya entra el recogimiento temprano saca a todo el pueblo a la calle. Cumple por tanto la misión de toda fiesta de manera sobrada, con lo que puede decirse que sus creadores trajeron un éxito en varias proyecciones: una de gozo, de ellos mismos; otra de disfrute de todos los asistentes, y otro más, económica, para la ciudad. Por tanto, gracias y enhorabuena a todos los que la hacen posible.
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