
Esta mañana los alumnos de la VIII Escuela de Verano de Folclore han recibido sus diplomas acreditativos de participación y aprovechamiento del curso, en el que han estado presente Cefe Torres y Lourdes de Vega por parte de Surco, y los concejales Beatriz Jorge, Ramón Sastre, Vanessa Muriel, José Manuel Jerez y Carmen Lorenzo Pérez.
Torres ha agradecido el estreno de la corporación municipal y las soluciones a las diferentes cuestiones que han ido necesitando, así como a la Policía Local. Todos dispuestos para que la Escuela funcionara.
Es deseo que la Escuela de Folclore siga siendo un referente nacional.
Este año ha esta el grupo Añate, de Tenerife, con el que quieren contar para otras ocasiones, de forma que Torres expresa que “lo que pasa en la Escuela, pasa de verdad, son sentimientos que se sienten”.
Jorge ha reconocido que es su primera experiencia y espera la próxima edición para repetir, agradeciendo a Surco la participación en la organización, reconociendo un trabajo antes y durante los días de Escuela. También ha agradecido a la Asociación de Guías de Turismo por la visita con el grupo Añate.
Después llegó el turno de peticiones o sugerencias. Para una alumna la cercanía de la Escuela con el centro histórico es importante. Para otros una reivindicación histórica, la renovación de las instalaciones, de los servicios, y piden al Ayuntamiento que haga gestiones para una reforma, e incluso que pidan la cesión del edificio, a lo que Jorge les dice que hará gestiones ante el Ministerio de Educación.
Carlos, de Añate, el cabeza visible del grupo, reconoce que los talleres le han parecido impresionantes y se ofrece, “disponibles para cuando quieran”.
Durante la semana han trabajado en talleres de mañana y tarde: preparación del cuerpo, percusión del cuerpo, percusión y bailes de Tenerife, bailes de Ávila, paloteos de Salamanca, vestir y peinar en Salamanca, construcción de instrumentos participando adultos y chicos, juegos tradicionales, taller de dibujo etnográfico…, en un ambiente de aprendizaje y buena armonía.
Los talleres han dado tiempo para la distensión y “desafíos” en las letras improvisadas con la música tradicional como melodía, preparando una parranda divertida.
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