
Sigo envuelto en soledad, desconfiado. Reacciono ante la mirada de la niña de mis ojos. Luz. Me da vida, alegra mi sonrisa y me devuelve cierta ingenuidad. Ahora, mimetizado, su inocente felicidad es la mía. No alcanzo a ver nada más allá. No me interesa. El libro puede esperar un instante de veinticuatro horas, quizás más. No importa. Es el libro. Atemporal como el mundo. De fondo de biblioteca que digo cuando estoy en trance literario. DE RERUM NATURA, un bello poema para la reflexión y más en estos tiempos. Sobre la naturaleza y el comportamiento que deberíamos reiniciar en pro de la crítica y, en consecuencia, del progreso.
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