
La frase no es mía. El autor o autora, es oyente nocturno de una emisora de radio. En ese duerme vela, a saltos con que suelo dormir muchas de mis noches, oí convocar un concurso relacionado con el uso de las mascarillas para luchar contra en Covid-19. Antes de terminar ese curioso programa, citaron la frase ganadora de entre los numerosos pensamientos que participaron mediante mensajes a un número de móvil. Tampoco destacaron mucho el premio merecido, aunque para mí la sencilla cita por las ondas de una cadena de radiodifusión, a nivel nacional, es como para hacer sentirse orgullosa a la persona creadora de dicha idea.
¿Viene de alguien estudioso?, ¿tal vez de alguien intelectualmente creador?, ¿de un sencillo trabajador o trabajadora, que laboran en turnos de noche? Decididamente su origen, para mí, es lo de menos. Es más lo que encierra tan hermosa oración. Y más en la situación según atravesamos nuestros días y nuestras noches en los tiempos actuales. Repuntan los brotes, siguen los confinamientos, los controles, al parecer con buenos resultados pues ya no pillan desprevenidas a las correspondientes autoridades.
Sin embargo, a los de aquí abajo, no nos viene mal seguir al pie de la letra tan sencilla y compleja frase a la vez. Pienso en una pareja de seres amados, queridos, quienes mirándose a los ojos, se fijan el uno en el otro por encima del borde de una mascarilla quirúrgica, y él o ella lo dice con sinceridad hacia su pareja: Respiro por ti… respira por mí. O viene de una longeva pareja, en ese pico tan alto de su edad, donde el cariño ha de ser constante, como lo son las nieves perpetuas de los hermosos montes o montañas que embellecen nuestros queridos paisajes a los cuales no vamos desde hace tiempo.
Por supuesto, me digo a mí mismo: puede ser de la madre, o es del padre, quien así se expresa hacia sus hijos, uno por uno si son varios, o uno o una si nada más tuvieron un ser tan querido en su descendencia: Respiro por ti… respira por mí. Sencillamente me parece todo un mensaje de amor, implicado en cualquier circunstancia. Lo es, para mí, desde la propia persona, cuando confiesa que respira por la vida y nada más sencillo solicitar que también la vida respire por esa persona, o por todos sus seres queridos.
He buscado una foto de la conocida mascarilla quirúrgica, sin ningún símbolo, sin ninguna referencia de calidad u homologación. ¿Nuestra propia vida no es concedida con sello de calidad?, ¿nuestra convivencia lleva un marchamo homologado? Y mediante un sencillo Power Point he insertado la frase de mi titular, se archiva, para luego recortar la misma con tal de hacer una imagen en formato JPEG. Por la parte que me corresponde, me complace decir que ha gustado. Y muy satisfecho estoy, cuando tengo familia bien cercana en los temas sanitarios donde el desgraciado virus se ha cebado con todos: enfermos, medicina de todas las especialidades, enfermería, personal de farmacia y de atención hospitalaria, de seguridad, de emergencia, de transportes… Han estado dando la talla, días, semanas, meses, sin contar horas, juntando al día con la noche.
Y en honor a todos ellos, coincidiendo con el homenaje a los fallecidos celebrado hoy en el Patio de Armas del Palacio Real de Madrid, deseo comunicar a mis lectores esta frase que es capaz de iluminar tanta desgracia con una sencilla sonrisa: Respira por mí… respiro por ti. Es como hacer un amable pedido, un sencillo encargo, hacia la persona con quien se convive, a la vecindad donde uno convive y nos convive, a los usuarios del transporte público, a los compañeros del trabajo, del estudio, de la investigación, porque serán estos quienes mismamente nos ayuden a salir adelante. Y así, cuando nos crucemos con alguien por la calle, entienda qué significa llevar puesta una sencilla mascarilla quirúrgica.
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