
David Álvarez Sánchez entrevistó el pasado fin de semana, en Radio Satélite América Visión, al artista Jesús Coyto, pintor, grabador, escultor, nacido en Castillejo de Martín Viejo, a poca distancia de Ciudad Rodrigo.
Sus recuerdos se remontan al fin de la postguerra, donde vivieron los últimos coletazos, en una infancia marcada por ese tiempo, época del hambre, de odios, con los bandos por zonas. Su padre fue militar. Reconoce la España profunda, machista, que chocaba con la gente sensible. Coyto no encontraba su sitio.
Trasladado a El Escorial empieza su interés por la pintura. Sigue en Madrid, donde tiene contacto con galerías de arte. La pintura para él fue algo innato. En la edad joven, 12-13 años, contacta con amigos con los que sigue la amistad.
Para Coyto la pintura es el interés por la esencia de la vida, sacando lo más interesante, lo que aporta el día a día. Cree que es “algo vampiro, sorbiendo y siendo permeable a sensaciones de la vida, de los amigos, familia, de la naturaleza, la lectura, etc., que hace que seas pintor”, todo lo que hace que se refleje en su trabajo.
Descubre nuevas sensaciones, “soy un cocinero de la pintura”.
Es la pintura su inclinación natural. De niño acompañaba a su madre a la compra al mercado, veía cuadros que fueron motivadores. Su padre lo envió a la academia militar, por las tardes compaginaba con la Escuela de Artes y Oficios, alternando la vida castrense, la disciplina, y por la tarde la expresión libre.
Entendiendo que la vida militar no era lo suyo fuerza su expulsión. A partir de ahí su vida sigue la vena artística. Comienza con los retratos de Che Guevara y la venta en El Rastro. Se matricula en Bellas Artes y compagina con trabajo para su vida.
Fue profesor de pintura en el Ayuntamiento de Madrid. Vivió en la Ibiza hippie. Vuelve a Madrid y organiza talleres, en el ambiente bohemio, también exposiciones en centros culturales, tiempos de “La movida”.
El fondo de la obra de Coyto es la de un investigador plástico, no se queda en la epidermis y el resultado es su obra. En el trasfondo busca un alma que salga del cuadro.
Trabaja muchas técnicas: encáustica, resinas, alquitranes, vidrios… Los temas vienen de la inspiración de la lectura, la música, viajes.
Su obra es para que la vea el pueblo, no es un pintor elitista. Expone en el Museo Neomudejar, en el Palacio de los Águila, exposiciones de exhibición.
Además ha participado en varias exposiciones en la provincia de Salamanca: Murmullos de la piedra, en el aniversario de la Plaza Mayor de Salamanca, expuso en la galería Varrón. En el año 2018 hizo el póster para la Semana Santa con Andrés Alen, y de la mano de Juan Francisco Blanco participó en la colectiva Imaginarios, proyecto expositivo que reivindica el patrimonio inmaterial de los seres imaginarios (los pintores Andrés Alén, Jesús Coyto, Carlos García Medina, Luis de Horna, José Portilla y Jerónimo Prieto, los escultores Salud Parada Morollón y Juan Francisco Pro, los grabadores José Fuentes y Tomás Hijo, y los fotógrafos Enrique Carrascal, Jesús Formigo y Pablo de la Peña), exposición que estuvo en La Salina y después viajó a Zamora.
Expone en el Museo de Arte Moderno y Zapadores, en Madrid y Cuenca, donando cuatro obras, por la voluntad altruista de los propietarios y el rescate que hacen de pintores olvidados.
Reconoce que el nieto que tiene es una inspiración para seguir pintando, así como su sobrino Rubén Mensel por su apoyo, también su familia directa.
Su sueño es que su obra quedara y se viera, y algo más terrenal es el proyecto a corto plazo la exposición en León, en febrero de 2021.
(imagen de archivo)
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