
La noticia de que los primeros en hacerse con la vacuna son los países más ricos ha llegado hasta el último rincón del mundo gracias al acelerador informativo más brutal, o sea, Internet. Consecuencia: una patera más. Es decir, a las balsas de la hambruna y del exilio añadimos a la tanda migratoria la de la vacuna contra el/la COVID para terminar, un suponer, con la fiebre de la supervivencia, el derecho a la vida o el miedo. En definitiva, una constante del itinerario histórico que, además, no tiene remedio.
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No creo que sea su prioridad