
EL PASTOR QUE NO OÍA BALAR A LAS OVEJAS
EL LOBO, ABURRIDO DE AMENAZAR Y NO DAR, UN DIA LLEGO Y SE LAS COMIÓ
Chema Sánchez
Dicen algunos amigos, creyentes y fervientes practicantes, que la moral, los dogmas y los principios no están reñidos con el progreso y con el ritmo del siglo XXI.
El asunto del nombramiento de obispo de la diócesis de Ciudad Rodrigo, empieza a oler. Una vez más se recurre a la “fe del carbonero” y a las cosas de palacio van despacio (y las del Vaticano en palankín).
La situación actual de fieles, sacerdotes, ciudadanos, políticos, ayuntamientos…reclamando el nombramiento del sustituto del obispo de Raúl Berzosa y la contestación del actual administración apostólico nos recuerda a la del viejo chiste del kamicaze que se mete por la autopista por dirección contraria, pone la radio y oye lo de “cuidado, un loco va por la autopista por dirección contraria” y el extraviado conductor que ve venir de frente a los que vienen correctamente por su dirección exclama “ ¡huy uno!, ¡cientos de ellos¡”.
El actual administrador apostólico cada día está más solo y cada vez que habla se queda sin argumentos. Que tendrá que ver que las cosas se tengan que hacer con tranquilidad, sin algaradas, con discreción…para que después de más de dos años no se haya solucionado el asunto. Las cosas que dice, por oral y por escrito, invitan a contestarle aquello de “maestro te seguimos por lo bien que te explicas”. Sencillamente, infumable.
Me decía un ferviente creyente y practicante que las altas instancias de la Iglesia estaban cambiando, pero que todavía tenía un gran control del sistema la vieja guardia cardenalicia. ¡Vamos! Como si se tratase de uno de los partidos políticos al uso.
Muy probablemente nunca sabremos la verdad de lo que ha ocurrido en los tres últimos años en el seno de la diócesis mirobrigense. Lógicamente, incluyo un año antes (por lo menos) de la dimisión del obispo anterior. A mí me parece vergonzoso que todo siga sumido en la opacidad y en “esto es así porque es así, y ya nos dirán como es”.
Los pastores se ponían en guardia las noches de invierno en las que inesperadamente oían balar a las ovejas, que barruntaban a distancia la presencia del lobo que se acercaba. Solo los torpes o muy vagos se daban la vuelta en el jergón del chozo y no sacaban los mastines fuera de los cañizos del aprisco, para esperar al franciscano “hermano lobo” de aviesas intenciones.
Al administrador apostólico se le ha acabado la credibilidad. Parece buena gente, tiene buen trato…pero su gestión de la vacante de la diócesis mirobrigense ha sido ingenua y bobalicona, por no decir nefasta. En ocasiones y a ciertas edades, con los sesenios cumplidos, es mejor decir “ahí os quedáis” y disfrutar de la jubilación. La rémora de la inacción recalcitrante no es buena ni para lo humano ni para lo divino.
Tienen razón y están en su derecho los que reclaman soluciones a la organización administrativa y religiosa de su diócesis. Seguir pastoreándose “sine die” solo puede entenderse desde la indolencia o el abandono. Aquí o en Roma.
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